CARIES (2ª parte)
UN POCO DE HISTORIA: DIETA VERSUS CARIES.
La relación entre cierto tipo de dietas y la generación de caries se conoce desde la antigüedad. Aristóteles advertía que los higos, cuando eran suaves y dulces, hacían daño a los dientes pues se adherían y causaban "putrefacción".

 En general hay acuerdo entre los antropólogos en que los procesos de refinación de alimentos que se produjeron a partir del siglo XVIII provocaron un gran incremento en la incidencia de caries.
Investigadores ingleses evaluaron los cambios producidos en la dieta de los británicos desde la Edad de Hierro, período de baja incidencia de caries, hasta el siglo XIX, momento en que gran parte de la población pasó de ingerir hidratos de carbono feculosos no refinados con moléculas de gran tamaño, a un tipo más "moderno" de dieta en la que se consumían grandes cantidades de azúcar y harina blanca refinada.
Esta relación tan directa entre el consumo de alimentos refinados y la aparición de caries, también se evaluó en períodos en los que la disponibilidad de alimentos disminuyó. Como durante las Guerras Mundiales, en las que la aparición de caries dentales disminuyó ya que la población debió consumir una parte importante de sus calorías en forma de verduras, pescados, aceites, etc. Pocos años después de que la guerra terminara y se eliminaran las restricciones alimentarias, se recuperaron los altos niveles de incidencia de caries.
El consumo de azúcar en los últimos años ha aumentado considerablemente, al igual que la incidencia de caries. En el siglo XVII la ingesta diaria de azúcar era 12 gramos, en el siglo XIX de 25 gramos y en la actualidad se eleva más allá de los 100 gramos. Estos datos varían según el grado de desarrollo de los países, pero no cabe duda de que la tendencia entre el consumo de alimentos azucarados y la incidencia de caries permanece inmutable.
De lo anteriormente expuesto no debe interpretarse que los hidratos de carbono de la dieta son dañinos, una dieta equilibrada con un porcentaje de los mismos en torno al 55-60% es necesaria para mantener la salud, lo que es importante es saber elegir el tipo de hidrato de carbono que se ingiere, son los refinados, los altamente cariógenicos, y los azúcares simples, y por tanto los que deben evitarse entre comidas si no hay una buena higiene bucal posterior inmediata.

2 comentarios:

Ricardo M. dijo...

Mira tú! Así que lo de "a perro flaco todo son pulgas" le ha salido una excepción: la caries.
Infiero (supongo que saldrá en próximas entregas) que hay que comer HC en la justa proporción, pero seguir un riguroso protocolo higiénico dental. Si ó sí?

MÓNICA dijo...

Hola Ricardo.
Por supuesto que hay que tener una correcta higiene dental, ¡eso siempre!, independientemente de lo que comas. Una cosa es la higiene personal y otra la alimentación, y tienen en común que las dos bien entendidas y aplicadas nos llevan a gozar de una mejor salud.